lunes, 12 de marzo de 2012

El reciclaje agrario ya tiene una alternativa

Un socio de la empresa comprueba el estado del compost
Servicios Ambientales Las Chozas promueve la creación de una red de pequeñas plantas de gestión competitivas con procesos eficientes

Los problemas en la gestión de residuos vegetales que presenta el campo almeriense han movido a un grupo de transportistas de restos de plantas que se generan en los invernaderos a poner en marcha una iniciativa empresarial para gestionar esos desechos, mejorando su tratamiento, así como proponiendo un precio competitivo por su servicio y un efectivo reciclaje en compost para el posterior abonado de nuevas plantaciones. El proyecto lo lleva a cabo Servicios Ambientales Las Choza (Sach). Juan Bartolomé Escobar, socio de la entidad, explica que «se trata de una empresa formada por ocho socios, siete de ellos dedicados desde hace décadas a la recogida de residuos y limpieza de invernaderos en la comarca del Poniente almeriense y otro especialista en gestión del medio ambiente».

El objetivo de este grupo de profesionales es promover una planta autorizada para la gestión de residuos agrícolas que, por su dimensión, ofrecería servicio a unas 2.000 hectáreas. «Está cantidad de hectáreas no es muy grande pero realmente lo que se busca es cambiar el modelo de gestión de residuos agrícolas orgánicos, promoviendo plantas de pequeño tamaño cerca de los núcleos de producción, de forma que se reduzcan los costes de transporte y se cree competencia acabando con el monopolio que existe actualmente».

Novedoso tratamiento

El proceso de tratamiento, apunta Escobar, «es muy innovador aunque parte de una idea muy antigua como es el compostaje». Una de las ventajas que atesora el tratamiento que proponen en esta empresa es la «utilización de la microbiología en la descomposición de la materia que acelera el tiempo, y por tanto el coste, así como la eliminación de olores». En los últimos meses, recuerda Juan Bartolomé Escobar, «se ha hablado mucho de otras alternativas como la valorización energética pero actualmente la eliminación de las primas a la biomasa por parte del Estado español, ha primado la producción de enmiendas orgánicas vegetales como la mejor solución a la gestión de los residuos agrícolas orgánicos». Así, la introducción de novedades en el proceso de tratamiento, «va a permitir a nuestra empresa obtener un abono de máxima calidad que será certificado por la administración como categoría A, en relación al Real Decreto 824/2005, de 8 de julio, sobre productos fertilizantes». De esta forma, al contar con un producto de calidad «vamos a intentar , a medida que se vaya introduciendo el abono en el mercado equiparar el valor económico del compost a su valor agronómico elevando su precio en el mercado y disminuyendo el precio de la gestión de los residuos a los agricultores». Al respecto, Sach está haciendo estudios de mercado para mejorar la distribución y venta del producto obtenido en términos de rentabilidad. Una de las opciones que se plantean, junto a la venta directa al productor, es la comercialización minorista en formatos no superiores a 50 litros.

Las autorizaciones pertinentes para comenzar a operar en la planta ya se han tramitado. «Estamos a la espera de recibir los permisos. El Ayuntamiento de El Ejido ya ha procedido a su información pública y en los próximos dos meses esperamos contar con el beneplácito de Medio Ambiente para poder iniciar la actividad», comenta Escobar. La intención de Sach es comenzar con el tratamiento de residuos agrarios en la próxima campaña».

Buscando el interés de empresas hortofrutícolas en su proyecto y el de los agricultores, estos empresarios están mostrando su proyecto a en diferentes reuniones. «Aunque iniciamos la actividad en la planta que hemos ubicado en el Paraje Las Chozas de Las Norias, sería importante contar con la colaboración del sector para establecer una red de plantas, con una capacidad limitada, que cubra todos los municipios en los que se trabaja el cultivo de frutas y hortalizas».

José Esteban Ruiz 
ideal.es

domingo, 26 de febrero de 2012

Regiones pueden producir energía eléctrica a menor escala con residuos orgánicos

Roxana Orrego
El uso de residuos orgánicos como cáscara de arroz, café, cacao, aserrín, entre otros, puede ser usado en las diferentes regiones del Perú para producir energía eléctrica en menor escala, afirmaron hoy especialistas del Ministerio de Agricultura (Minag).

Roxana Orrego, ingeniera de la Dirección General de Competitividad Agraria del Minag, explicó que un trabajador agrícola puede depositar los residuos orgánicos junto con agua en un biodigestor para obtener primero gas y luego derivarlo a un generador de energía eléctrica.

“Un biodigestor es un contender cerrado en forma de cápsula. Su tecnología es sencilla, puede llega a costar hasta mil 500 nuevos soles y tiene una vida útil de ocho años”, explicó.

Agregó que la mezcla de estos residuos con agua, luego de ser utilizados para generar energía, la transforma en biol, un fertilizante orgánico que se usa en la agricultura.

En ese sentido, la especialista estimó que esta tecnología es factible porque el Perú produce toneladas de residuos orgánicos que pueden ser reutilizables. “Esto significa menores costos para la población y menores impactos ambientales”.

Indicó que los biodigestores pueden ser empleados en las zonas madereras de Ucayali y Loreto, en donde el aserrín puede generar gas y electricidad al mismo tiempo.

De igual forma, en San Martín, los productores de arroz, caña, café y cacao pueden beneficiarse con la cascarilla de sus productos mediante esa tecnología.

Este mismo procedimiento puede ser usado, también, en las regiones costeras en donde mil 500 hectáreas de algodón puede generar electricidad para bombear 70 a 80 pozos con el fin de extraer agua subterránea.

Además, Orrego mencionó que los residuos humanos depositados en los rellenos sanitarios también pueden ser utilizados por las grandes industrias para llegar a producir gas y electricidad para las poblaciones de dos o más regiones.

“Últimamente la población ha crecido y falta abastecerlos de energía, debido a que es imposible llevar electricidad y gas porque geográficamente es imposible”, precisó.

Ante esto, consideró que una opción sería la energía renovable porque contribuye a la diversidad en el Perú y al desarrollo a las poblaciones rurales.

La especialista participó en el foro Bioenergía y Seguridad Alimentaria realizado en la sede del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). El evento tuvo como objetivo que los gobiernos regionales o especialistas de los sectores agrícolas del Perú desarrollen proyectos de aplicación de este tipo de tecnología para su beneficio.


viernes, 10 de febrero de 2012

Trabajan en la producción de bioetanol a partir de residuos agrarios como el orujo de uva o la cáscara de la naranja

Miembros del el grupo de investigación AGR-203 de la UCA

Esta investigación, enmarcada en el programa científico del ceiA3, pretende producir enzimas a bajo coste, a través de una fermentación en estado sólido, para facilitar la obtención del biocombustible

Científicos de la Universidad de Cádiz han puesto en marcha un proyecto, integrado en el Plan Nacional de I+D+i y enmarcado en el programa científico del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3), que tiene como principal objetivo la obtención de bioetanol a partir de residuos agrarios como el orujo de uva, la cáscara de la naranja, la paja de trigo o la cascarilla del arroz. Un proceso para el que pretenden producir enzimas mediante fermentación en estado sólido, para ayudar a abaratar los costes originados dentro del proceso de producción de este biocombustible.

Es importante señalar que en los últimos años la obtención de biocombustibles a bajo coste se ha convertido en todo un reto no exento de polémica ya que “los denominados biocombustibles de primera generación compiten directamente con los cultivos de utilización alimentaria, lo que ha originado el aumento del precio en productos de primera necesidad como la soja o el maíz”, como explica el profesor Ignacio de Ory Arriaga. Este hecho, que “no es tolerable desde un punto de vista ético”, ha provocado que en la actualidad “se esté buscando otro tipo de materias primas que constituyan la fuente necesaria para obtener los azúcares y después transformar éstos en alcohol combustible”.

De ahí que desde el grupo de investigación AGR-203 de la UCA, denominado Ingeniería y Tecnología de los Alimentos, que dirige el catedrático Ildefonso Caro Pina, se haya decidido en este proyecto, titulado ‘Hidrolisis enzimática de residuos agroalimentarios lignocelulósicos para bio-refinería”, partir de estos cuatro residuos agrarios para obtener extractos enzimáticos útiles para la hidrólisis, primer paso en la producción de biocombustibles. La materia prima aquí está formada por “restos que generalmente suelen acabar en la basura, sin utilidad alimentaria y que son contaminantes, ya que cuesta mucho gestionarlos y tienen un fuerte impacto sobre el medioambiente”, como comentan desde la UCA.

Para conseguir bioetanol a partir de estos residuos, hay que tener en cuenta que los restos de los que partimos son materiales lignocelulósicos, es decir, están compuestos en general por celulosa y lignina, y, para que pueda realizarse este proceso que nos lleva al biocombustible, hay que disgregarlos primero mediante una hidrólisis que genere los azúcares. Para ello, “existen dos formas de actuar: mediante ataques físico-químicos (ácidos, alcalinos o térmicos) o a través de enzimas, siendo esta última opción nuestra propuesta”. Así, uno de los objetivos del grupo de investigación del profesor Ildefonso Caro es “producir enzimas que hidrolicen bien los polímeros de la celulosa para transformarlos en azúcares”. No obstante, las enzimas suponen un elevado coste en este proceso, por lo que “nos hemos propuesto reducir este apartado de forma drástica; algo que estamos convencidos que es posible gracias a la fermentación en estado sólido”, en palabras del profesor Ignacio de Ory.

Este tipo de fermentaciones en estado sólido suelen ser mucho más económicas y presentan menor riesgo de contaminación que las que se realizan en cultivos sumergidos y se centra en el hecho de que el sustrato del cual se alimenta el microorganismo (en este caso un tipo de hongo) es un sólido, por ejemplo, un residuo agrícola. Por consiguiente, el hongo crece directamente sobre el sustrato sólido formando una película sobre él. Es interesante indicar que los residuos deben recibir previamente algún tipo de pre-tratamiento (ultrasonidos, irradiaciones o microondas), ya que “es necesario que se degrade previamente el sólido para facilitar el crecimiento del hongo y que acceda mejor al interior de los polímeros”, como explican desde el grupo AGR-203.

Así las cosas, y a través de este proyecto, los científicos de la UCA quieren probar qué sucede al trabajar con los residuos ya señalados, combinados con tres microorganismos diferentes, mediante fermentaciones en estado sólido. “Estamos interesados en establecer cuál es el hongo más adecuado, es decir, el que produce mayor cantidad de enzimas y con mejores actividades, para digerir luego esos mismos residuos y obtener azúcares fermentables destinados a la producción de bioetanol. Al final nos quedaremos con el hongo y el residuo más adecuados, con idea de reducir los costes en este complejo proceso que tiene como resultado final el bioetanol”, aseguran desde la UCA.